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Brutal represión a artesanos y artistas de San Telmo

Agarré la cámara y el instinto me metió debajo de la tabla de un puesto. La policía estaba reprimiendo desmesuradamente contra artesanos y artistas de la calle Defensa. También contra personas que pasaban por la calle, turistas, gente común. Estaba filmando como inmovilizaban a una chica a la que estaban estampando la cara contra los adoquines de la calle. Había monederitos de cuero por el piso. Le pregunté su nombre completo para tener registrados a todos los detenidos. Me llamo Tomás, dijo otro chico que estaban deteniendo al otro lado. Tomás. Gritaba desde el suelo. Avisá a mi vieja, soy vecino, no tengo nada que ver. Le miré con mi cámara escondida debajo de la mesa en un momento íntimo. Le mandaron callar y sentaron a otros detenidos y esposados a su lado. Me caían las lágrimas mientras le preguntaba exactamente dónde vivía para ir a avisar a su madre. Pensaba en el frio de las esposas sobre las muñecas por defender sus puestos de trabajo.


***


Escribo desde la rabia. Con el cuerpo dolorido y la mente en carne viva. Hoy he llorado de pena por la sociedad.


***



Hace dos meses nos desalojaron por un acuerdo injusto, una parte de los artesanos contra otros. Hace años que veníamos trabajando en esas cuadras de la calle Defensa. La Feria de San Telmo, me atrevería a decir, es el lugar más turístico de la ciudad de Buenos Aires, sobre todo los domingos. Es uno de los emblemas de la ciudad, de la cultura autóctona, del trabajo con las manos. Más de 300, o 400 familias afectadas. Algunas incluso décadas sobre esa calle. Es la clásica estrategia del poder, la de dividirnos para ganarnos. Y luego desgastarnos.

Hace dos meses que venimos protestando los domingos con marchas y música en la calle para visibilizar nuestra situación. Esperábamos como buenos niños la resolución judicial que nunca llegó. Buena voluntad, decían, por las dos partes, y el gobierno no hacía más que presentar propuestas insultantes y directamente opuestas a nuestras peticiones.


Argentina es un país con una base muy fuerte de economía informal, de gente que vende en la calle. Eso, la mayor parte de las veces, y más en los tiempos de ajuste que corren, no es por elección sino porque conseguir trabajo no precario es casi imposible. Y ante esa precariedad, la precariedad de la calle, la de ganar tu dinero y no tener que dar explicaciones a un jefe explotador por un salario que no alcanza. Yo soy periodista y apenas puedo vivir de ello, por eso vendo fotoperiodismo en imanes en la feria.


Esta semana presentamos un petitorio a la jueza para que lanzara un medida cautelar que nos permitiese armar [la fiscal había emitido una orden penal, que nos llevara presos], mientras el conflicto se solucionase y ante la táctica de demora que tenía planeada en Gobierno. De darnos largas. No hubo contestación y nosotros no queríamos convertirnos en parte del paisaje de la calle Defensa repartiendo papelitos informativos y vendiendo rifas para financiar la lucha. El miércoles decidimos que el domingo llevaríamos algunas cosas de nuestros paños, de nuestras artesanías, y armaríamos sobre la calle Defensa, al 1000 [una de las tres cuadras en conflicto]. Pero lo haríamos “tranqui”, lo más “tranqui” posible. Llevamos productos que podrían decomisarnos y no habría un gran drama. Sabíamos que habría represión, nunca pensamos que llegase al punto que llegó.


Fue impresionante ver de nuevo la cuadra al 1000 llena de nosotros. Con nuestras artesanías, con nuestro tiempo, con nuestra resistencia. Y los encargados de Espacios Públicos estaban nerviosos. Llamaron a la policia. Nos propusieron armar simbólicamente y cantar veinticinco minutos en cada cuadra involucrada para evitar la actuación policial. Obviamente no podíamos aceptar eso. Estábamos [estamos] cansados de la situación, sin plata ni para la sube, insultados por el Gobierno, con la fuerza de la desesperación. Estábamos luchando por un derecho, nos mirábamos a los ojos y sonreíamos, sabíamos que estábamos en lo justo.



Luego todo empezó a moverse muy rápido. Nos fuimos a la cuadra del 700 donde estaban los compañeros que habían sido afectados por el acuerdo de la Cooperativa del Adoquín. Ese acuerdo había otorgado lugares legales de la feria en el sitio donde ya había otros compañeros durante muchos años. Imagínense. Ellos, para afrontar la resistencia, habían llevado sus herramientas para trabajar la madera, un torno para la cerámica, un telar. Y ahí comenzó la represión. Hileras de infantería. Turistas estupefactos. Vecinos a quienes la situación les recordaba tiempos pasados.




El día acabó con dieciocho de nosotros detenidos, quizás otros que no tenían nada que ver. Con policías infiltrados. Fuimos pacíficos e incitados a la violencia con un montón de piedras a nuestro alcance. Con confusión. Hubo compañeros heridos. Y esta noche la aguantaremos en las comisarías y mañana, y el próximo domingo, esperamos el apoyo de todos los que crean que esto fue injusto y desmedido. Por los tiempos que vienen.


Crónica publicada en MARCHA.ORG: https://www.instagram.com/p/Bu4VK_HAH8L/?utm_source=ig_web_button_share_sheet

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© 2019 beatriz hernanpino

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