Litio bendito: extractivismo en nombre del Cambio Climático
- Beatriz Hernánpino
- 11 mar 2021
- 8 Min. de lectura

La Pachamama, o Madre Tierra, es la diosa femenina de la tierra. La tierra no como suelo ni como naturaleza ni como árbol o montaña o lagartija o pájaro, sino como todo en su conjunto. Algo que no está en un sitio específico. Pero que sí se concentra en algunos lugares mágicos como manantiales, vertientes o apachetas. Es la madre que nutre, protege y sustenta a la humanidad, la que posibilita la vida, es inmediata, cotidiana. Cuentan que se dialoga constantemente con ella. Es la más popular de las creencias del ámbito incaico y aún sobrevive con fuerza en el noroeste argentino.
Las ceremonias en honor a la Pachamama pueden realizarse en cualquier momento del año, pero sobre todo se hacen al inicio de la siembra y la cosecha, principalmente durante todo el mes de agosto y especialmente el primer día del mes. Se le pide sustento o disculpas por alguna falta cometida en contra de la tierra y todo lo que provee. A cambio de esta ayuda y protección, los pobladores de la puna atacameña están obligados a ofrendar parte de lo que reciben configurándose así una reciprocidad. El 1 de agosto de 2014 a los pies de la apacheta de sal, como es costumbre, se enterró una olla de barro con comida cocida en las inmediaciones del salar Caucharí-Olaroz. Junto a la olla también había hojas de coca, vino, cigarrillos y chicha. En los tobillos, muñecas y cuello, los participantes portaban atados cordones blancos y negros confeccionados con lana de llama. Ese día, además de la ofrenda a la Pachamama se celebraba la inauguración de la planta extractiva de litio de la compañía Sales de Jujuy SA, en la provincia argentina de Jujuy.
Sales de Jujuy S.A. es un conglomerado formado por Orocobre S.A (Australia), Toyota Tsusho Corp. (Japón) y JEMSE (Estatal Jujuy que posee el 8% de participación en la compañía).
Operarios, técnicos, profesionales y miembros del gobierno provincial participaron con las comunidades en la ceremonia. “Pedirán prosperidad hasta el año que viene y agradecerán por el litio que obtuvieron y los minerales que esperan seguir encontrando”, decía el secretario de minería de la provincia de Jujuy en el mismo ritual en 2019, después de cinco años de explotación de litio en este salar.
El litio aparece en la historia del cambio climático como la solución a los problemas de almacenamiento de la energía "limpia". Es el mineral que hará posible el abandono de los hidrocarburos y la reducción de emisiones de GEI para la mitigación del cambio climático.
Hasta la aparición de las baterías de litio al nivel de eficiencia actual, las energías solar, hidráulica, eólica, mareomotriz, etc., se consideraban energías de puro flujo al no poderse transportar, almacenar —y por lo tanto aprovechar debidamente— de la misma forma que se había hecho con la logística petrolera. Con la aparición y perfeccionamiento de las baterías de ión-litio, más ligeras, eficientes y rentables, las posibilidades en su uso comercial han aumentado exponencialmente (en su uso para la electromovilidad, por ejemplo). Sin embargo, como señalan diversos investigadores al respecto, estos discursos tranquilizadores con el cambio climático, cargados de sustentabilidad e imaginarios de progreso, invisibilizan las insustentabilidades que la minería de litio produce a nivel local. La forma más rentable de extraer litio es a través de los salares —evaporación de su agua— y eso coloca al “Triángulo del Litio” (Argentina, Bolivia y Chile) entre los más cotizados para la obtención de petróleo blanco barato y de buena calidad. Dichos salares están instalados en ecosistemas semidesérticos muy frágiles sobre la cordillera de los Andes a miles de metros de altura sobre el nivel del mar. Las técnicas de obtención requieren de grandes cantidades de agua al realizarse la extracción a partir de salmuera. Lo que provoca la alteración de los ciclos hídricos. Esto fue denominado por el Grupo de Estudios Geopolítica y Bienes Naturales de la UBA como territorios hidro-sociales, para explicar la fuerte vinculación con el agua de dicho ecosistema y comunidades. Incluso, desde sus investigaciones, estiman que si el consumo de agua continúa como se calcula en las proyecciones empresariales —unos 100.000 millones de litros anuales— desaparecería la vida en el lugar.

Las poblaciones que habitan el territorio, a su vez, autodefinidas como indígenas, tienen modos de vida en los que persisten fuertes anclajes con el ambiente, y con la sal en particular. Aunque estas comunidades no son idénticas sí que tienen algunas similitudes esenciales para entender la problemática que aquí nos concierne. Por un lado su relación y cosmovisión con la naturaleza es crucial, como también sus sistemas organizativos entorno a una asamblea, su economía basada en el pastoreo de llamas, ovejas y cabras, la agricultura a pequeña escala y la explotación de la sal —a la que consideran un ser vivo.
Las comunidades originarias no son homogéneas en su posicionamiento con respecto a la presencia de las mineras transnacionales en sus territorios. Algunas están a favor de la extracción del litio, como las del salar de Caucharí-Olaroz; otras están en contra por la modificación del ecosistema que supone, como las aledañas a Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc.
LA TOTALIDAD Y LAS PARTES Entonces, al pensar cómo afrontar dicho cambio de paradigma energético que implica el cambio climático, nos topamos con las contradicciones que se producen a nivel local. Estas tensiones nos sitúan ante uno de los pilares angulares de la modernidad: el paradigma epistemológico de la relación entre el todo y las partes respecto de la existencia histórico-social:
¿Entonces, el noroeste argentino tiene que sacrificar su territorio y sus cuerpos para “salvar el mundo”? ¿Qué mundo? ¿La parte salva a la totalidad? ¿Puede ser lo pensado en el centro aplicable a las periferias? ¿Posible? ¿Factible? ¿y al contrario? ¿Aceptamos que hay zonas sacrificables? ¿Es imaginable que el grueso de la población en el Sur Global no viva en ciudades contaminadas, padezca catástrofes naturales y en algún momento deje de ser la población más vulnerable del planeta cuando el litio sudamericano viaje a los centros tecnológicos del Norte global? ¿Será ese el resultado de las políticas derivadas del cambio internacional? ¿Es la sociedad que queremos construir?
La percepción de la totalidad elaborada en Europa en los siglos XVIII y XIX ha sido organizada como una dualidad histórica: por un lado Europa —Quijano habla de que con Europa verdaderamente se refiere a Europa central y Reino Unido— y por el otro No-Europa —todo lo demás. Esa dualidad, por lo tanto, implica que todo lo que era No-Europa aunque si bien existía en el mismo escenario temporal, correspondía al pasado en un tiempo lineal cuyo punto de llegada era (es) Europa.
No es raro, entonces, encontrarnos países que incentivan con aumentos de salarios que sus habitantes vayan en bicicleta al trabajo, que se hagan descuentos fiscales por el uso de transporte público, prohíban entrar en el centro de las ciudades con determinados vehículos viejos o en mal estado que sean contaminantes o países que desgraven por reciclar. Y al mismo tiempo, en nuestro tiempo, encontrar ciudades grises de contaminación, camiones y autos antiquísimos, deficientes sistemas públicos de transporte, industrias que no cumplen los mismos parámetros medioambientales que las de los otros países y una insuficiencia en la gestión de residuos.
El noroeste argentino, las provincias de Salta, Catamarca y Jujuy concentran las mayores actividades extractivas de litio. Argentina exporta actualmente el 16% del litio mundial y se consolida como la favorita en la carrera por la exploración de sus salares al ser el país con las leyes medioambientales más flexibles en cuanto a minería y el menor costo operativo. En 2014 se inician en Jujuy dos proyectos extractivos; y a inicios de 2019 se informa de la licitación pública de mas de 35 mil hectáreas más, medida que provocó cortes de ruta y otras protestas de las comunidades locales, que no fueron informadas y consultadas previamente como contempla el artículo 169 de la OIT.
De esta forma se sitúan, directamente, dentro de este engranaje que visibiliza las paradojas de la globalización. Por un lado los discursos de la necesidad de una transición energética reconocidos internacionalmente con el premio Nobel de química 2019 en la labor de Akira Yoshino, Stanley Whittingham, John B. Goodenough en la mejora de las baterías de ión-litio. Y por otro la premisa desalentadora de la consolidación de América Latina como proveedora de recursos naturales al mundo; con dinámicas de extracción de recursos naturales que no respetan los tratados internacionales de consulta libre e informada con las comunidades, que producen daños irreversibles en el medio ambiente y que perpetúan mecanismos desiguales de inserción en los mercados internacionales de materias primas y tecnología punta. Pues por lo que parece, este abandono de las energías fósiles sólo podría llevarse a cabo en el Norte global —como parte esencial de la totalidad.
CAMBIO CLIMÁTICO: BATALLA ENTRE EL CAPITALISMO Y EL PLANETA La apropiación desigual de la naturaleza es el hecho constitutivo de la modernidad-colonial-capitalista. Se estableció así una jerarquía en la distribución del usufructo de los bienes y servicios por un lado, y otra a la inversa para los riesgos ambientales. Desde este punto de vista, la manipulación, conquista y dominio de la naturaleza han funcionado como indicador en la Historia del progreso humano.
El pensamiento decolonial cuestiona la concepción lineal, unidireccional y continua de la historia (aportada por una parte por el liberalismo y por otra parte por el materialismo histórico) que provoca y es responsable de imaginarios colectivos de la idea de progreso. Entender la humanidad bajo esta perspectiva eurocéntrica nos retrocede a dualidades como inferiores y superiores, irracionales y racionales, primitivos y civilizados, tradicionales y modernos.
Decía Dussel que Marx había sido el primero en poder pensar integralmente el capitalismo porque lo hizo desde el proletariado y no desde la burguesía, como había sido habitual. Por eso, seguir interpretando el mundo desde el centro perpetúa la visión hegemónica y olvida los modos que el sistema produce en su periferia, que es, parte constitutiva esencial de dicho sistema. Y a su vez, el pensamiento que asume la perspectiva de los márgenes, de las periferias del sistema-mundo, es valioso para reconsiderar el mundo, incluso la realidad europea, de una manera nueva y crítica.
El caso de la extracción de litio con fines limpios en la electromovilidad materializa interesantes contradicciones y aportes para la construcción de una geopolítica crítica del cambio climático. Sea justificado o no, legitimado o no, su extracción supone por un lado la repetición de las dinámicas de apropiación desigual de la naturaleza y, por consiguiente, la perpetuación de las desigualdades y jerarquías históricas centro-periferia; y por otro, la aceptación de los territorios concretos como zonas de sacrificio.
Los seres humanos no podemos sobrevivir sin la tierra, la tierra sí puede hacerlo sin nosotros. Es por ello que el cambio sistémico al que nos enfrentamos, debe ser transitado y pensado desde todos los puntos del prisma, disciplinas y ubicaciones planetarias. Por supuesto, la teoría decolonial tiene grandes aportes en este momento en el que se han constituido instituciones muy poderosas que abanderan dicho cambio desde una única visión universal y aparentemente global.
Ningunear (porque incluirles en los COP pero hacer caso omiso de sus palabras es "ningunear") el pensamiento que se articula entorno al conocimiento local, ya sea indígena o campesino —conceptos difícilmente diferenciables, por cierto— para hacer frente a las consecuencias del cambio climático es negar y entorpecer soluciones posibles. Los lugares específicos sobre los que las comunidades tienen lecturas propias, nociones, valores, experiencias individuales y colectivas, con otros indicadores —como astronómicos, atmosféricos, botánicos—; también otras dinámicas de consumo y reciprocidad con la naturaleza, dan cabida a propuestas de manejo ambiental que podrían ser parte de esa solución que andamos desesperadamente buscando.
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